domingo, 14 de abril de 2013

Lo que pasó en la casa... Capítulo 4, Historia 1


Llegué a la casa y Verónica estaba ahí con unos vaqueros rotos y una blusa con transparencias, llevaba un pendiente raro y en la otra oreja otro pendiente diferente. Llevaba rímel y pintalabios, como nunca la había visto antes.
La saludé y entramos en aquella casa. Nos sentamos en el banco que estaba situado en el jardín y empezamos a hablar sobre cosas superficiales. Pero aún así me divertía, era algo extraño, es como si estando con ella el tiempo volase y todo fuera divertido. Sentía una gran felicidad.
Mientras hablaba Verónica, le empecé a mirar los labios, el tiempo se paró por un momento y de repente todo fue muy rápido.
Ella se calló y yo, le aparté el pelo de la cara dejándolo detrás de la oreja. Nos acercamos más pero poco a poco hasta que sentí sus labios en los míos y cuando estuvieron totalmente juntos, rodeé con mis brazos su cuerpo, y ella rodeó mi cuello con sus brazos. Sentí que nada importaba, estando junto a ella cualquier problema se transformaba en una sonrisa. El tiempo pasó y me di cuenta de lo que estaba haciendo, abrí los ojos y me separé de Verónica, me levanté y miré asustada a todas partes como si alguien nos estuviera viendo, ella me miraba confundida y con la boca abierta, seguramente se preguntaba que me pasaba. Mire la puerta y huí de aquel laberinto sin salida.
Volvía a casa con un torbellino de sentimientos, me toqué los labios con la yema de de los dedos e inmediatamente me puse roja. Por dentro gritaba sin parar ``¿Qué me ocurría?´´ hasta que salió una lágrima que confeso todo. Ya sabía lo que me pasaba, pero aquello era un problema. Entonces me pregunté si me aceptarían en casa o si me aceptarían los demás. Una cascada de lágrimas salieron de mis ojos y alguien desde lejos me preguntaba que qué me pasaba. Miré a lo lejos, pero no veía nada con las lágrimas. Volvió a preguntar, era Verónica reconocí su voz y traté de secarme las lágrimas intentando que no me viera llorar.
Creo que por empatía o porque sabía lo  que me pasaba, me miro y me abrazo. Sentí de nuevo aquel calor que me llenaba de felicidad, pero sentía miedo. Ella me susurraba cosas en el oído que me ayudaban bastante, pero mis pensamientos ganaban la batalla. Estuvimos mucho tiempo así hasta que sonó por décima vez mi teléfono. Me despedí de ella, pero esta vez ella estaba triste, su mirada lo decía todo, y se fue mientras yo discutía con mi madre por teléfono. Me quede en blanco mientras miraba como se iba.
-¿Me oyes? Me interrumpió mi madre.
Dejé de ver a Verónica y conteste a mi madre.
-Son las once y media de la noche. Contestó aguantando un grito.

Mire el reloj y me asusté. ¿Había estado tanto tiempo con Verónica? Corrí hacía mi casa, mi madre no me regaño ni me castigo. Solo me dijo que no se lo dijera a papá, después me echó un discurso sobre los peligros que había a esa hora.
Luego me fui  a mi cuarto y me puse a llorar como si no viviera al día siguiente.

El zoológico... Capitulo 3, historia 1.


Me desperté y pensé que lo que había pasado el día anterior era un sueño de mi maravillosa imaginación, pero me mire el cuello y seguía teniendo la llave que ella me había dado. Suspire y empecé a llorar, nunca antes me había sentido así con una persona. ¿Qué me pasaba? Me sequé las lágrimas cuando mi hermana entró a mi habitación dando saltitos pequeños de emoción.
-¡Hoy vamos al zoo! Grito con mucha emoción.
Me despeje y mire intranquila a Raquel, no me podía decir eso, hoy había quedado con Verónica.

-¿Pero papa y mama te lo han dicho? Pregunte esperando un ``no´´
Pero todo lo contrario, ellos lo habían planeado, me levanté corriendo y fui a la cocina donde habitualmente estaba mi madre todos los sábados por la mañana.
-Mamá, ¿hoy vamos al zoo?
-Sí. Respondió secamente.
Me quedé mirando en tono de suplica y ella me respondió con una voz de enfado.
-Tu hermana lleva esperando esto semanas.
- Ya, pero es que hoy había quedado con una amiga.
Estuve suplicando varias veces hasta que me di por vencida. Miré mi móvil y con tristeza y le mande un mensaje a Verónica, diciendo que no podía ir ya que tenía asuntos familiares.
Me vestí y fui al zoológico con mi familia, en el camino nos encontramos a un montón de gente defendiendo su homosexualidad, y me quede observándolos quizá me gustaba que la gente luchara por sus derechos. Pero esos pensamientos acabaron cuando dijo mi padre, muy bajito.
-Están enfermos, vayámonos.
Mi madre le secundo y mi hermana empezó a reírse de ellos. Me asusté quizá ya sabía lo que me pasaba, inconscientemente.
Me aburrí muchísimo en el zoológico y no paraba de ver el móvil por si había algún mensaje de Verónica, pero nunca había.
Después de unas cuantas fotos y de visitar todos los animales que mi hermana quería ver y de comer en su restaurante favorito, volvimos a casa.
Eran las siete de la tarde y estaba muerta de agotamiento, pero seguramente sería de aburrimiento. Llegamos a casa y justamente en ese momento recibí un mensaje de Verónica  que ponía
-¿Estas en casa?¿Puedes salir?
Me quedé pensando, mirando la pantalla del móvil y tardé cinco minutos en reaccionar. Me cambié totalmente de ropa y me puse lo mejor que encontré en el armario.
Salí corriendo y con las prisas se me olvidó dar explicaciones a mis padres. Mientras caminaba respondí al mensaje.

domingo, 7 de abril de 2013

La salida... Capítulo 2, Historia 1.


Al día siguiente, me arregle rápido y casi ni desayune por ir a ver a Verónica. En el coche igual que el día anterior, me puse los auriculares y traté de ignorar las opiniones de mi padre sobre lo que mal que iba en la vida, y que no me juntara con malas personas porque me arruinarían la vida … etcétera. Llegué unos diez minutos antes de que sonara la campana, me senté en el suelo al lado de la puerta justo cuando mi padre se fue. Entonces empecé a susurrar mi canción favorita mientras la escuchaba con los auriculares.
De repente alguien me tocó el hombro y di un respingo, me quité los auriculares y me levanté y cuando vi su rostro sonreí. Era Verónica.
-Me encanta esa canción.   Dijo como modo de saludo.
No podía ni siquiera mirarla a la cara de lo roja que estaba, me planteé varias veces preguntarle si podía acompañarme a casa, pero me sentía nerviosa, asustada por lo que sentía y muchos otros sentimientos que no podía reconocer… y la verdad me asustaban mucho. Nada más verla me daban ganas de abrazarla.
Nos sentamos a hablar durante un rato, cuando de repente salió de mi boca una frase que no tenía nada que ver con lo que estábamos hablando.
-Verónica, hoy vuelvo sola a casa, ¿me acompañarías?
Ella sonrió  y me miro de una manera que hizo que todas las personas que acababan de llegar desaparecieran, solo quedando ella y yo en el mundo.
-¿Por dónde vives? Respondió con otra pregunta.
Yo le explique por dónde vivía y se sorprendió bastante.
-Vivo a dos calles de tu casa. Me dijo sorprendida.
Me quedé mirando como si esperara una respuesta más lógica. Nunca antes la había visto cerca de mi barrio y pensé que posiblemente, me estaba engañando. Al rato sonó la campana y empezaron las clases.
Pasaron las horas lentamente esperando que llegará la hora de la salida. Hasta parecía que el reloj se burlaba de mí. Verónica parecía muy nerviosa ya que no paraba de mirar su reloj y de mover repetidamente su pierna.
Escuché la campana como un sonido que esperaba desde hace años y espere a Verónica a que saliera de la clase y bajamos en silencio absoluto las escaleras. Para romper el hielo, como nunca había vuelto a casa desde esa parte de la ciudad, le pregunté si sabía algún camino.
Salimos del colegio las últimas, algo muy raro en mí ya que siempre salía la primera. A lo mejor no quería que ese momento acabara.
Entonces empezamos a hablar sobre el instituto y comenzamos a imitar a las profesoras, algunas tenían motes. Callamos las dos a la vez y nos miramos a la vez que reíamos. Me encantó esa sonrisa que puso y sin querer me sonroje, miré hacia abajo intentando taparme la cara con mi pelo. De repente miré hacia los lados y no sabía en qué parte de la ciudad estaba. Verónica me llevó por un callejón y después en zigzag, parecía que no quería llevarme a mi casa.
En una de las calles por las que pasamos había una casa que nos interesó mucho a las dos. Era enorme, muy antigua y abandonada. Al final decidimos entrar forzando la puerta.
La casa por dentro era más grande de lo que se veía por fuera, llena de polvo y algunos muebles, en el centro de la casa había un jardín intacto con un banco en el centro.
Entonces me di cuenta de la hora que sería y si, estaba en lo cierto. Llevaba una hora fuera de casa y tenía varias llamadas perdidas de mi madre. Me asusté y se lo comente rápidamente a Verónica y me ayudó a llegar a casa.
En la despedida me dijo
-Mañana, después de clase te espero en la casa abandonada.
No tenía tiempo para pensar en lo que me había dicho pero esa frase estuvo presente mientras miraba a mi madre asomada por la ventana.
Me regañaron como nunca antes me habían regañado. Pero di argumentos bastante convincentes para que al día siguiente me dejaran salir después de clase.
Llegó la noche y seguía pensando en aquellas palabras que no paraban de resonar en mi cabeza, como la alarma de mi móvil.
Me quedé dormida y tuve un sueño terrible. Soñé que un coche negro me perseguía hasta atropellarme, me sentía impotente como si pudiera correr más rápido que el coche. A lo lejos veía la casa, la cual nunca llegaba.
Me desperté sudando, justo cuando sonó la alarma del móvil. Después me repetí a mi misma que era una simple pesadilla y que no debería preocuparme.
Esperaba ansiosa la salida de clases, era viernes por fin y no volvería a aquel colegio en dos días pero me preocupaba no ver  a Verónica. ¿Qué obsesión tenía con mi amiga?
Miré varias veces la hora hasta que sonó el timbre, le recordé a Verónica donde quedábamos y me fui corriendo al coche. Llegué a casa y rápidamente me cambié de ropa. Me quité el horrible uniforme y me puse ropa para salir, me dejé la trenza pero en un momento cambié de opinión y me lo deje suelto.


Merendé rápidamente y les dije a mis padres que iría a la biblioteca con una amiga. Disimulé llevándome la mochila y salí lo más rápido posible, todo paso como un segundo hasta llegar a la casa abandonada.
No vi a Verónica, así que pensé que estaría dentro. Me acerque a la puerta y mire a los lados asegurándome de que nadie me veía, intenté abrir la puerta pero, para mí sorpresa tenía una cadena y un candado nuevo. El  candado era raro ya que tenía dos aberturas para dos llaves.
De nuevo alguien tocó mi brazo y salté pensando, que posiblemente era la policía, pero era Verónica con un llavero, que en él tenía dos llaves.
Me miro sonriente y mire profundamente sus ojos.
-Este candado solo se abre si las dos llaves están juntas en las dos aberturas.
Miré sorprendida, nunca había visto un candado así. Cogió las dos llaves y las metió cada una en una abertura, hizo un movimiento, como si fuera una llave y el candado se abrió dejándonos un espacio en el que podíamos ser nosotras mismas.
Entre de nuevo en la casa y me di cuenta de que había utensilios de limpieza en un rincón, nuevos me di la vuelta y mire a Verónica esta vez de cuerpo entero.
No sabía que vestía así, llevaba medias negras con un pantalón corto por encima, una blusa muy escotada con un collar del símbolo de amor y paz. Me explicó que íbamos a limpiar la casa para poder estar mejor ahí. Después, de su abrigo de cuero sacó dos cadenas y colgó una llave en cada una. Al rato me rodeó con sus manos mi cuello y me puso el colgante. Me sentí realmente incómoda en ese momento.
Limpiamos la casa en general y quedamos al día siguiente para volvernos a ver.

jueves, 4 de abril de 2013

Mis amigas.

Mis amigas: dícese de aquellas personitas que viven en mi corazón y que han lo han llenado de alegría, de tristeza, de confianza, de sinceridad, de sarcasmo y de muchas cosas más (no penséis mal jajajaja). Eso es lo que pone en el diccionario de la ``real academia española´´
Bueno... En primer lugar no se pueden llamar amigas, ni mejores amigas, para mí directamente son mi familia. En segundo lugar, ellas me enseñaron cosas que no se aprenden en el colegio (de nuevo no penseís mal) me enseñaron el valor de una amistad y en que  consiste, y que aunque no demuestre mi cariño en persona y que normalmente no lo suela demostrar, las quiero mucho.
Perfumaron mi vida, hicieron que cada día pareciera una fiesta, y que cada viernes (o otro día) que quedamos pasa algo que solo nos ocurre a nosotras.
¿Qué puedo decir de ellas? Pues cada una tiene su personalidad propia, cada una sus gustos, pero lo que nos une es la amistad...¿Y por qué no decir mejor que nos unió nuestra estupidez?
Bueno Enigma Gilipláustico habéis ganado, OS QUIERO.

 
 
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