Era nueva en
la clase y estaba nerviosa, cada rato me preguntaba ``¿Qué pensarían de mí?´´ o
si les caería bien.
Me puse mis
auriculares, me despedí de mi madre y mi hermana pequeña, mi padre me llevó al
instituto, iba hablando de lo bueno que era ese instituto de monjas, del nivel
que tenía, y me miraba serio diciendo que llegaría lejos en ese colegio. Yo
directamente le ignoraba, sabía que controlaba mi vida y que no podía llevarle
la contraria. La última vez que lo hizo me cambio del antiguo instituto a este,
así que prefería no volverlo hacer, todos siempre estaban de su lado en todas
sus decisiones y esa era una de ellas.
Me dejó en la
puerta del instituto de monjas, y, salí del coche despidiéndome de mi padre y
colocándome la enorme falda que me llegaba hasta debajo de las rodillas. Cogí
mi mochila y traté de sonreír a mi padre. Me quité los auriculares y apague mi
móvil. Una de las monjas me recibió con mucha alegría y me indicó unas
instrucciones de convivencia. Todas me asustaban, el instituto parecía hecho
por personas parecidas a mi padre.
Me llevó a mi
clase que ya estaban dando clases, entramos en esa clase y como ponía en el
cartel de ese horrible colegio ``Colegio para mujeres´´ sólo había chicas y
todas me miraban algunas con burla y otras susurraban cosas en el oído. Una de
ellas me señalo la falda y baje la mirada a donde me decía. La falda estaba torcida
hacía un lado y se veía ridículo. Me puse roja y me acomodé bien la falda.
La monja
acabó de presentarme y se fue de la sala. Otra monja, suponía que la profesora
me dijo que me sentara y el único sitio que vi libre fue el de la chica que me
dijo que tenía la falda hacía un lado.
Me sonrió, yo
le devolví la sonrisa, me dijo ``Me llamo Verónica´´. Al verla de cerca me
resultó bastante guapa, tenía el pelo recogido con una coleta y sus ojos eran
de un azul muy brillante. Nos quedamos mirando un buen rato, hasta que
despertamos y seguimos con la clase, ella me indicó que clase y libro tenía que
sacar. Pasaron las clases y me lo pasaba genial con ella, nunca pensé que ese
instituto fuera tan divertido.
Llegó el
recreo y salimos juntas al patio con nuestro bocadillo. Parecía que ella no
encajaba en ese colegio como yo, todos parecían odiarme. Me pregunté qué haría
en aquel instituto odioso. Y como si leyera mi mente me contesto con algo que
entendí perfectamente ``padres´´.
Entramos de
nuevo a clases y una de las chicas con mirada burlona riéndose le dio una hoja
con un dibujo que no logré ver a Verónica.
Ella se
asustó y tiro la hoja de papel en una de las papeleras de la clase.
-¿Te tratan
mal esas chicas? Pregunté con preocupación, ya que era la única persona que
conocía en ese lugar.
Me contestó
con su mirada llena de lágrimas y yo la abrace con ternura. Hasta que sentí
algo que hizo que me asustara, me aleje de ella y dije que iba a empezar la
clase.
Dieron las
cinco en punto, hora de salir y volver a casa, me despedí de Verónica y ví el
coche de mi padre aparcado lo más cerca posible de la puerta, como si espiara
todos mis movimientos.
Me subí al
coche y sin que me viera me puse los auriculares para ignorar toda conversación
sobre mi vida y lo que debería o no hacer para ser perfecta. Pero ni siquiera
la música podía quitarme de la cabeza a Verónica e hice algo que nunca había
hecho, quitarme los auriculares y
escuchar a mi padre. Pero mi cabeza se iba a otro mundo y trataba de averiguar
que pondría en esa carta que le dio esa chica.
Finalmente
llegamos a casa y saludé a mi hermana sacudiéndole el pelo y le di un beso a mi
madre. Después me fui a mi habitación y me volví a poner los auriculares. Me
puse a llorar por lo que le habían hecho
a Verónica sea lo que sea me había deprimido y todas sus frases que hasta ahora
había escuchado de ella, y me acordaba de sus ojos brillantes y azules.
De repente
algo me sacó de aquellos pensamientos, la voz de mi madre.
-¡Tamara la
cena!.
Baje despacio
las escaleras mirando el suelo con lágrimas que me seque por el camino. Llegué
y sonreí a mi hermana y le pregunté cómo estaba, ella como siempre me dijo que
bien y que cuando iba a traer un novio. Me sonroje y mire de nuevo al suelo, mi
madre me miro y me dijo con una sonrisa.
-A ti te
gusta alguien
Pensé que
debería decirle que me sentía incómoda con esa conversación pero como tardaba
en contestar me inventé a un chico imaginario que había conocido hace semanas
en la biblioteca. Luego cambié de opinión y me quedé callada.
Mi padre en
la cena me miró fijamente como si fuera a hacer algo malo y finalmente dijo:
-Mañana
tienes que volver sola a casa, tengo una reunión importante.
Sonreí y
pensé que podía venirme con Verónica, no sabía dónde vivía y me apetecía mucho
venirme con ella al menos un tramo y alejarme de ese odioso instituto.
-Claro papá.
No va a pasar nada llegaré a la hora .
Terminamos de
cenar y regresé a mi cuarto dónde me quede dormida.
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Lo prometido es deuda, todos los domingos un capítulo de esta novela ^^
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