Al día
siguiente, me arregle rápido y casi ni desayune por ir a ver a Verónica. En el
coche igual que el día anterior, me puse los auriculares y traté de ignorar las
opiniones de mi padre sobre lo que mal que iba en la vida, y que no me juntara
con malas personas porque me arruinarían la vida … etcétera. Llegué unos diez
minutos antes de que sonara la campana, me senté en el suelo al lado de la
puerta justo cuando mi padre se fue. Entonces empecé a susurrar mi canción
favorita mientras la escuchaba con los auriculares.
De repente
alguien me tocó el hombro y di un respingo, me quité los auriculares y me
levanté y cuando vi su rostro sonreí. Era Verónica.
-Me encanta
esa canción. Dijo como modo de saludo.
No podía ni
siquiera mirarla a la cara de lo roja que estaba, me planteé varias veces preguntarle
si podía acompañarme a casa, pero me sentía nerviosa, asustada por lo que
sentía y muchos otros sentimientos que no podía reconocer… y la verdad me
asustaban mucho. Nada más verla me daban ganas de abrazarla.
Nos sentamos
a hablar durante un rato, cuando de repente salió de mi boca una frase que no
tenía nada que ver con lo que estábamos hablando.
-Verónica,
hoy vuelvo sola a casa, ¿me acompañarías?
Ella
sonrió y me miro de una manera que hizo
que todas las personas que acababan de llegar desaparecieran, solo quedando
ella y yo en el mundo.
-¿Por dónde
vives? Respondió con otra pregunta.
Yo le
explique por dónde vivía y se sorprendió bastante.
-Vivo a dos
calles de tu casa. Me dijo sorprendida.
Me quedé
mirando como si esperara una respuesta más lógica. Nunca antes la había visto
cerca de mi barrio y pensé que posiblemente, me estaba engañando. Al rato sonó
la campana y empezaron las clases.
Pasaron las
horas lentamente esperando que llegará la hora de la salida. Hasta parecía que
el reloj se burlaba de mí. Verónica parecía muy nerviosa ya que no paraba de
mirar su reloj y de mover repetidamente su pierna.
Escuché la
campana como un sonido que esperaba desde hace años y espere a Verónica a que
saliera de la clase y bajamos en silencio absoluto las escaleras. Para romper
el hielo, como nunca había vuelto a casa desde esa parte de la ciudad, le
pregunté si sabía algún camino.
Salimos del
colegio las últimas, algo muy raro en mí ya que siempre salía la primera. A lo
mejor no quería que ese momento acabara.
Entonces
empezamos a hablar sobre el instituto y comenzamos a imitar a las profesoras,
algunas tenían motes. Callamos las dos a la vez y nos miramos a la vez que
reíamos. Me encantó esa sonrisa que puso y sin querer me sonroje, miré hacia
abajo intentando taparme la cara con mi pelo. De repente miré hacia los lados y
no sabía en qué parte de la ciudad estaba. Verónica me llevó por un callejón y
después en zigzag, parecía que no quería llevarme a mi casa.
En una de las
calles por las que pasamos había una casa que nos interesó mucho a las dos. Era
enorme, muy antigua y abandonada. Al final decidimos entrar forzando la puerta.
La casa por
dentro era más grande de lo que se veía por fuera, llena de polvo y algunos
muebles, en el centro de la casa había un jardín intacto con un banco en el
centro.
Entonces me
di cuenta de la hora que sería y si, estaba en lo cierto. Llevaba una hora
fuera de casa y tenía varias llamadas perdidas de mi madre. Me asusté y se lo
comente rápidamente a Verónica y me ayudó a llegar a casa.
En la
despedida me dijo
-Mañana,
después de clase te espero en la casa abandonada.
No tenía
tiempo para pensar en lo que me había dicho pero esa frase estuvo presente
mientras miraba a mi madre asomada por la ventana.
Me regañaron
como nunca antes me habían regañado. Pero di argumentos bastante convincentes
para que al día siguiente me dejaran salir después de clase.
Llegó la
noche y seguía pensando en aquellas palabras que no paraban de resonar en mi
cabeza, como la alarma de mi móvil.
Me quedé dormida
y tuve un sueño terrible. Soñé que un coche negro me perseguía hasta
atropellarme, me sentía impotente como si pudiera correr más rápido que el
coche. A lo lejos veía la casa, la cual nunca llegaba.
Me desperté
sudando, justo cuando sonó la alarma del móvil. Después me repetí a mi misma
que era una simple pesadilla y que no debería preocuparme.
Esperaba
ansiosa la salida de clases, era viernes por fin y no volvería a aquel colegio
en dos días pero me preocupaba no ver a
Verónica. ¿Qué obsesión tenía con mi amiga?
Miré varias
veces la hora hasta que sonó el timbre, le recordé a Verónica donde quedábamos
y me fui corriendo al coche. Llegué a casa y rápidamente me cambié de ropa. Me
quité el horrible uniforme y me puse ropa para salir, me dejé la trenza pero en
un momento cambié de opinión y me lo deje suelto.
Merendé
rápidamente y les dije a mis padres que iría a la biblioteca con una amiga.
Disimulé llevándome la mochila y salí lo más rápido posible, todo paso como un
segundo hasta llegar a la casa abandonada.
No vi a
Verónica, así que pensé que estaría dentro. Me acerque a la puerta y mire a los
lados asegurándome de que nadie me veía, intenté abrir la puerta pero, para mí
sorpresa tenía una cadena y un candado nuevo. El candado era raro ya que tenía dos aberturas
para dos llaves.
De nuevo
alguien tocó mi brazo y salté pensando, que posiblemente era la policía, pero
era Verónica con un llavero, que en él tenía dos llaves.
Me miro
sonriente y mire profundamente sus ojos.
-Este candado
solo se abre si las dos llaves están juntas en las dos aberturas.
Miré
sorprendida, nunca había visto un candado así. Cogió las dos llaves y las metió
cada una en una abertura, hizo un movimiento, como si fuera una llave y el
candado se abrió dejándonos un espacio en el que podíamos ser nosotras mismas.
Entre de
nuevo en la casa y me di cuenta de que había utensilios de limpieza en un
rincón, nuevos me di la vuelta y mire a Verónica esta vez de cuerpo entero.
No sabía que
vestía así, llevaba medias negras con un pantalón corto por encima, una blusa
muy escotada con un collar del símbolo de amor y paz. Me explicó que íbamos a
limpiar la casa para poder estar mejor ahí. Después, de su abrigo de cuero sacó
dos cadenas y colgó una llave en cada una. Al rato me rodeó con sus manos mi
cuello y me puso el colgante. Me sentí realmente incómoda en ese momento.
Limpiamos la
casa en general y quedamos al día siguiente para volvernos a ver.